AGURAINEKO IHAUTERIAK
LAISTER IHAUTERIAK DIRELA ETA LUHARTZ TALDEKOAK AGURAINEKO HERRIAN EGONGO GARA, JAIAK OSPATZEN GURE MUSIKAREKIN.
IHAUTERIAK AGURAIN ETA ARABAN INDAR HANDIA DAUKATE ETA LUHARTZ TALDEKOAK HORI ONDO DAKIGU, EZ BAITA LEHENENGO ALDIA EGON GARELA BERTAN.
KULTURA INTERESATZEN BAZAIZUE ETA HISTORIA HONA HEMEN DOKUMENTU HAU:
Documentación antigua del Carnaval en el Archivo de Agurain -Salvatierra
1825:
En la tarde del día 6 de marzo notó el alcalde Juan López de Opacua que en la calle Mayor, ante la casa de Matheo Luzuriaga esta congregada muchísima gente de todas clases y de ambos sexos, llegando a entender por las voces desentonadas que se percibían a lo lejos que se había formado alguna quimera fue apresuradamente con el objeto de restablecer el orden y vio que José Ramírez, comandante de la Milicia Nacional Local de Salvatierra estaba sobremanera exaltado y furibundo; con su sable desembainado hacía demostraciones de querer acometer y entrar en la casa de Matheo, profiriendo al mismo tiempo descompasadamente voces obscenas y escandalosas provocando una quimera de primera magnitud. El alcalde trató de contenerle pero «su desobediencia fue tan notoria como escandalosa y en lugar de obedecer trataba de mandar despótica y arbitrariamente al mismo alcalde sin contenerse en proferir las mismas expresiones que anteriormente y con el mismo ardor y acaloramiento».
Era un día de disfraces y enmascarados «vestidos algunos de mujer y otros en varias figuras, y entre ellos uno con ábito clerical, eso es, con su manteo y sombrero de teja y aliándose por allí cerca D. Simón de Luzuriaga, Presbítero Beneficiado de las iglesias unidas de esta Villa y Cura Párroco en su barrio de Opacua, se acercó a el que llevaba ábito clerical y le dijo fuera esa ropa, a lo cual contestó que quien era el que lo mandaba y se dio á conocer quien era desembozándose». Era José Ibáñez de Opacua, mozo soltero, quien se acercó a uno de los voluntarios de la milicia nacional y le quitó el sable amenazando a D. Simón que se fue corriendo a casa de su hermano Mateo, congregándose mucha gente, entre ella el comandante todo furioso.
1777:
Autos de Oficio contra Antonio Ruiz de Luzuriaga y otros mozos, vecinos de Salvatierra.
En la calle Parroquia de San Martín hubo quimera entre varios mozos a la noche, saliendo heridos Juan de Aragón y Pedro Joachim de Gaztaminza. Acudieron los alguaciles y pusieron en la cárcel a diversos mozos que se hallaron en la quimera y continuaron en ella hasta que se averiguase quiénes habían sido los culpables. En total fueron arrestados ocho y se presentaron seis testigos. Según ellos, Antonio «lebantando un palo aporrado le sacudió á dicho Gaztaminza tres golpes en la cabeza que le dejó aturdido, y después salieron en su defensa… y viendo que el dicho Antonio continuaba con dicha porra alguien le dijo que vas hacer, quieres matarle, sin ningún motivo, á lo que respondió déjame, déjame».
Hermanos Olalde, el del medio Pepe el fotógrafo, Asteasu, Larreina,Gonzalo.
Habían estado todos juntos cenando o merendando, «pagaron el escote que les correspondió» y luego fueron haciendo ronda con una guitarra. Alguien debió decir «al agua» y empezó la riña y los golpes «dandosen moquetes ó cachetes».
Por lo visto, por la mañana anduvieron por las puertas recogiendo alguna cosa para merendar y tocando la guitarra. Después de comer «echaron un trago de vino y se fueron a la fiesta y tamboril» para después merendar.
Estando Gaztaminza «en la Plaza de San Juan danzando al son del tamboril, llegaron a ella Juachim de Oñate y un Estudiante a pedir una danza y sacaron la danza», pero al llegar unos mozos «vestidos de disfraces» de azafraneros» se opusieron a que danzaran y comenzaron a armar «quimera». Era martes de carnestolendas, 12 de febrero.
1793:
Auto del Real Oficio de Justicia sobre cierta quimera el día 12 de febrero por la noche entre varios mozos resultando herido uno de ellos llamado Martín Ruiz de Luzuriaga.
Durante varias noches andaban «persiguiendo a las criadas de servicio, apagándoles los faroles que llevaban encendidos, rompiéndolos y tratándolas mal de palabra y obra, profiriendo palabras escandalosas, torpes y desonestas y escandalizando al pueblo, rompiendo la paz y sosiego público de que gozaba».
El cirujano vio la herida y por tratarse de la cabeza «la principe del cuerpo y la estación del tiempo» le mandó guardar reposo para no sufrir «consecuencias melancólicas».
Varios mozos habían estado desde las seis a las ocho de la tarde divirtiéndose en casa de Gregorio Martínez de Alangua; después salieron por la calle Zapatería hasta la plaza de San Juan con una guitarra y pandereta y detenidos un rato en la plaza se dirigieron hacia la calle mayor donde se había armado una quimera en la esquina donde habitaba D. Leandro de Osete, entre varios mozos; unos llevaban piedras y otros, palos. Las guitarras quedaron rotas y les dio por jugar a romper faroles a todos las que pasaban por la calle.
Eran carnestolendas en Salvatierra e iban un tanto disfrazados, todos de blanco y uno de militar. Todos eran menores de 25 años y solteros. Sus profesiones u ocupaciones eran: herrero, cirujano, tejedor, chocolatero, arriero, ministro de a pie, es decir, empleado en rentas reales y resguardo de la real aduana, cursante de leyes en el universidad del Colegio real de Oñate, sastre, etc.
Se les apercibió «de que en lo sucesivo se abstengan de tan impropios procedimientos, se conduzcan a una vida cristiana; se aparten de las ocasiones de ofender al prójimo; se recojan a sus hogares y casas al toque de queda y silencio, sin salir de ellas al de las oraciones sin farol y luz artificial; absteniéndose de formar pelotones y juntas en las calles; dejando a las gentes vayan por su camino».
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